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Revueltas en el mundo árabe ¿qué está pasando?

ANA RUÍZ LEÓN/EVA SANTOS

Según publica El Mundo en su periódico digital: las protestas que, en solo cuatro semanas, forzaron la retirada del dictador tunecino, Ben Ali, y, apenas tres, obligaron al dictador egipcio, Hosni Mubarak, a abandonar el poder después de 30 años, y las revueltas en Libia con Gadafi al poder enfrentado con medio mundo pueden ser  según señala este edición digital,  la cuarta gran oleada democrática que ha vivido el mundo desde mediados de los años setenta.

Tras los cambios democráticos en Europa del Sur, Iberoamérica, Europa central y oriental, y partes importantes de Asia y África, el mundo árabe permaneció bajo el control de monarquías autoritarias o repúblicas dictatoriales que, con el tiempo, intentaban imitar a las primeras con sucesiones hereditarias.

La revolución tecnológica, especialmente en los medios de comunicación, ha permitido en los últimos 20 años un acceso cada vez más fácil de los ciudadanos árabes a la realidad que el aparato propagandístico de sus tiranos les ocultaba. La televisión por satélite primero, con Al Yazira al frente, e Internet y los teléfonos móviles después, reforzados por las redes sociales en los últimos años, abrieron una grieta en sus sistemas políticos y aceleraron su pérdida de legitimidad.
Tras la destitución de los actuales dictadores, la evolución en Túnez, en Egipto y en otros países de la región que, probablemente, seguirán su ejemplo, dependerá, sobre todo, de la posición que adopte el Ejército, la institución legal menos desgastada; de la moderación o radicalización en la respuesta de los movimientos islamistas, perseguidos o marginados en toda la región; y del apoyo internacional que reciban.

Los EEUU y la UE, que durante más de 30 años han apoyado a los dictadores árabes a cambio de su ayuda frente al comunismo en la Guerra Fría y frente al islamismo violento después, sólo ahora empiezan a despertar de su letargo e hipocresía, indecisos aún entre la defensa de sus intereses económicos y estratégicos, que no quieren perder, y la coherencia, por fin, con su retórica a favor de la democracia y de los Derechos Humanos.

La gran sombra que condiciona sus decisiones sigue siendo el miedo a que, tras Egipto, el ‘tsunami’ golpee a las tres monarquías pro-occidentales de la región que sobrevivieron al vendaval del siglo XX -la jordana, la marroquí y, sobre todo, la saudí, fiel garante del suministro de petróleo que todos necesitamos- y que el principal beneficiario final de la oleada sea un nuevo radicalismo islámico como el que siguió a la caída del Sha en Irán en el 79.

Blogueros, periodistas y profesores lograron unir a los principales grupos de la oposición
El Movimiento Juvenil del 6 de Abril, que ha encabezado la movilización actual contra el régimen de Mubarak, recibe su nombre de una de las 400 huelgas de 2008, en la que movilizaron a cerca de medio millón de egipcios.

Por primera vez, los blogueros, periodistas independientes y profesores de universidad lograron el 6 de abril de 2008 unir a los principales grupos, formales e informales, de la oposición (desde el naserista Karama hasta el sindicato de abogados, pasando por el Partido Wasat y el Movimiento por el Cambio o Kefaya) no sólo para reclamar reformas socioeconómicas, sino también cambios políticos y el fin de la corrupción.

No resistieron más que 24 horas, pero la experiencia les permitió elevar a más de 1.000 las huelgas y protestas en 2009 y a más de 300 las organizadas en el primer semestre de 2010. Ante las legislativas de noviembre, el movimiento se intensificó.

Por mucho que se resista, asistimos al principio del fin de otra dictadura. La transición, tanto en Egipto como en Túnez, será difícil, pero los EEUU y la UE deben cambiar radicalmente su política de apoyo al ‘statu quo’ y apostar decididamente por el cambio si no quieren perder el escaso prestigio que aún les queda en el mundo árabe.

Tratamiento mediático del conflicto egipcio

JULIA SÁNCHEZ/ MERCEDES YÉLAMO

Las revueltas egipcias no habrían cobrado tal importancia si no hubieran interactuado los medios internacionales. Y es que miles de medios de todo el mundo se han hecho eco del conflicto desde sus inicios hasta su conclusión. Como ejemplo, podríamos exponer dos modelos de prensa española , El Mundo y El País, y dos medios de prensa internacional, Le Monde de Francia y The New York Times de Nueva York (Estados Unidos).

Una vez finalizadas las revueltas, Mubarak abandonó el poder y delegó en el ejército, provocando la inmensa alegría del pueblo egipcio. Y así fue plasmado en El Mundo. El matutino ocupó su portada con un titular bastante objetivo y significativo aunque sin adentrarse en expresiones connotativas: «El ejército releva a Mubarak». Sin embargo, la imagen que lo acompaña es mucho más humana ya que el fotógrafo capta el momento en que un niño besa a un soldado como gesto de sumo agradecimiento.

Por otra parte, la noticia con la que El País comienza es todo lo contrario, más subjetiva y más interpretativa. Su titular, «Egipto se libra de Mubarak», nos da a entender cómo el país egipcio ha estado atado a su dirigente, sometido a él, sumido a sus leyes, intereses y represiones y, que de pronto, se han librado de aquel estorbo. La imagen que ilustra es una fotografía utilizada por muchos medios: cientos de personas reunidas en la plaza del Tahrir celebrando la libertad del pueblo.

Siguiendo los los ejemplos de medios internacionales, la portada del periódico francés Le Monde llama la atención por su significativa imagen. Se trata de un cartel de una caricatura de Mubarak en la que aparece el mensaje «No, you can’t», estableciendo así un símil entre este cartel-mensaje y los utilizados en la campaña electoral del actual Presidente de Estados Unidos, Barack Obama. El cartel francés reivindica de forma clara que el dirigente egipcio no podrá seguir con su poder dictatorial ni seguir engrosando sus arcas, ahora que el pueblo al fin se ha levantado.

The New York Times en su edición digital, muestra el siguiente título que ocupa su página principal: «Mubarak steps down» al que acompaña el título «Crowd in Cairo erupt in jubilation after Vice President’s Announcement» («Mubarak cae» y»La multitud estalla en júbilo en el Cairo tras la comparecencia del Vicepresidente»»). El titular es bastante explicativo. Además viene acompañado por una imagen que explica bien la situación.